Hoy celebramos la Solemnidad de la Epifanía del Señor, que vino al mundo para restaurar la armonía entre Dios y todos sus hijos. La Epifanía, en un sentido simple, significa la manifestación de Cristo al mundo entero, especialmente a los gentiles. En la Primera Lectura, el profeta Isaías anunció la llegada de esa luz que guiará a todas las naciones y a todos los pueblos. Vimos en el Evangelio a los tres Reyes Magos visitando y adorando esa luz que es Cristo.
Los regalos ofrecidos al Rey recién nacido fueron Oro, Incienso y Mirra. El oro significaba el reinado de Cristo, el incienso, su divinidad. La mirra, que es la hierba tradicional utilizada para el entierro de los muertos, es una referencia a la muerte venidera de Cristo. Es ese aceite que Nicodemo usó para ungir el cuerpo de Cristo (Juan. 19:39). Cristo es nuestro Dios, nuestro Rey y la víctima que será crucificada por nosotros.
En la Segunda Lectura, San Pablo nos recuerda que somos bendecidos (honrados)de ser parte de aquellos a quienes se les ha hecho esta revelación. En acción de gracias a Dios, al igual que los Reyes Magos, ¿qué vamos a ofrecer a Cristo hoy y en este Año Nuevo? ¿Cuál será nuestro oro, incienso y mirra?
Los Reyes Magos, después de encontrarse con Cristo, regresaron a casa por otro camino, diferente del que vinieron, para evitar a Herodes. Eso es exactamente lo que cada uno de nosotros está llamado a hacer ahora, especialmente en este nuevo año. Ese será nuestro regalo para Cristo. No hay nadie que realmente encuentre a Cristo y permanezca igual. Se supone que la revelación de Cristo para nosotros hoy nos lleva a tomar un nuevo camino, evitando el “Herodes” de nuestras vidas pasadas.
En el rey Herodes vemos celos, ira y envidia personificados, pomposidad y orgullo que lo hacen pensar que es como Dios y que tiene un poder ilimitado, egoísta y codicioso que lo llevan a una crueldad inimaginable y todos los males que uno puede pensar.
Es de todos estos males, que la revelación de Cristo hoy, quiere que tomemos conciencia y decidirnos un camino diferente, como lo hicieron los Reyes Magos, para que podamos ser su epifanía a los demás y al mundo entero. El Dios oculto quiere revelarse a los demás a través de nosotros. Es solo cuando estamos libres del mal que podemos ser translúcidos para permitir que los rayos de la luz de Dios pasen a través de nosotros hacia los demás. Recuerde, cuando el vidrio de su faro está lleno de suciedad, la luz no brilla. (Brilla la luz de Cristo en ti?)