Hoy celebramos la Solemnidad de todos los Santos sin nombre que hay. Como dice Apocalipsis: “Tuve una visión de una gran multitud, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas. Se pararon delante del trono y el Cordero, vestidos con túnicas blancas y sosteniendo ramas de palma en sus manos”.
Si queremos reflexionar sobre el símbolo de su túnica blanca y ramas de palma, entenderemos mejor. La túnica blanca hace referencia a la pureza bautismal, la alegría y la resurrección. Los recién bautizados siempre están vestidos de blanco para mostrar la nueva vida en Cristo. Hoy en dia, para todos los santos que los lleven puesto, significa que los santos son aquellos que han permanecido fieles a su promesa bautismal y han hecho esfuerzos para no contaminar sus vidas con el pecado.
Las ramas de palma que sostienen en la mano son un signo de victoria. Terminaron las batallas de sus vidas sobreviviendo victoriosamente a la gran angustia y lavaron sus túnicas con la sangre del Cordero. Al igual que en todas las batallas, permanecieron en absoluta obediencia a Cristo, el comandante de la batalla.
Queridas hermanas y hermanos, como estos santos, estamos llamados a la obediencia absoluta a Cristo a través de una vida de fidelidad. Ser fiel a Cristo en esta vida presente es ser bendecido. La vida de duelo, mansedumbre, hambre y sed de justicia, misericordia y amor por la paz son formas de participar en la vida divina.
La gente a veces piensa que la vida sin dolor y sufrimiento es sinónimo de alegría. En realidad, eso es falso ya que Jesús nos hace conscientes en el Evangelio. Es sólo una vida vivida para Dios que es realmente bendecida y gozosa, una vida lista para sacrificarse y soportar dolores por los demás por el bien de Dios.
Los santos que honramos hoy lo sabían muy bien. Ninguno de ellos está donde están hoy no por la facilidad sino por la fidelidad a pesar de los desafíos. Al igual que los santos, la celebración de hoy nos llama a la fidelidad en los logros y pensamientos. “Estos santos embellecieron el mundo, lo llenaron de calidez, luz y esperanza. Fueron testigos del amor de Dios en sus vidas. Vamos a imitarlos en la vida presente para estar mañana, donde están ahora. Amén