Alguien contó un chiste sobre un hombre que visitó Israel y le describió a un amigo que en Israel tienen tres días de reposo cada semana: viernes para musulmanes, sábado para judíos y domingo para cristianos. Y luego el amigo respondió: “¿Has oído hablar del ateo que se convirtió? Estaba cansado de ser el único que no tenía un día de reposo.
En estos últimos días, hemos estado escuchando sobre cómo sería un “día en la eternidad”, es decir, nuestra partida del mundo para descansar con Dios para siempre. Me imagino que el cielo para mí, serían los martes eternos, mi día libre. Mientras las lecturas describen cosas terribles que sucederán cerca del fin del mundo, Malaquías y Jesús nos recuerdan que los justos no deben tener miedo. Cada uno de nosotros debería preocuparse más bien de cómo vivir una vida santa para poder llegar al cielo cuando pasen todos estos terribles eventos. Recuerde, lo importante no es la forma como la persona muere, lo importantes es llegar al cielo.
Malaquías nos dice que “sólo aquellos que honran al Señor, brillará el sol de justicia’ y Jesús, en el Evangelio, también lo expresa, ‘si se mantienen firmes en la fe, se salvarán’. Ahora es el momento para que cada uno de nosotros haga un inventario de cómo hemos vivido hasta ahora. Pablo, en la Segunda Lectura, les pide a los tesalonicenses que lo imiten a él y a sus compañeros, con esto nos recuerda que nuestras vidas afectan a otros en la comunidad y en la convivencia con los demás.
La advertencia de Pablo trae a casa la verdad sobre cómo estamos conectados entre nosotros. Si hacemos el mal, las personas estarán tan influenciadas por nuestras acciones como cuando hacemos el bien. Jesús nos advirtió en las Escrituras sobre no ser causa de escándalo para otros. Si miramos nuestras vidas ahora, ¿podemos decirles sinceramente a otros que nos imiten? ¿Nuestra influencia los acercará a Cristo o los alejará más de Él?
Como padres o abuelos, ¿tiene su vida una influencia positiva en sus hijos y nietos? ¿Los está acercando a Cristo? Pablo nos dice que una forma de ser un buen ejemplo es evitar entrometerse en los asuntos de otras personas. Estamos llamados a no ser personas que interfieran negativamente en la vida de otras personas. En lugar de agravar los problemas de las personas a través de chismes y calumnias, lo mejor que podemos hacer es rezar con sinceridad por ellos. No es a través del chisme y habladurías, Es a través de la oración que podemos llegar a la vida eterna. Amen