En la Primera Lectura, Naamán regresó a Eliseo para dar gracias, mientras que en el Evangelio, el samaritano sanado, regresó y agradeció a Jesús. Las lecciones de hoy, entre otras cosas, nos recuerdan la importancia de la acción de gracias. San Pablo, en su carta a los Tesalonicenses, dice que “la acción de gracias es el fundamento básico de nuestras vidas como cristianos”. Mirando a nuestra sociedad, la ingratitud es una crisis importante que tenemos hoy.
Esta ingratitud se ha manifestado en la forma en que la vida humana se ha abaratado. Desde el aborto, el suicidio, la eutanasia hasta los constantes asesinatos en masa, todos son manifestaciones de falta de gratitud a Dios por la vida. Cuando la vida es aceptada (afortunadamente) como un regalo, por lo general muestra cómo una sociedad la aprecia y hace todo lo posible para preservarla.
Ser agradecido se extiende a todo lo que somos y recibimos. En el evangelio de hoy, los judíos que fueron sanados tal vez dieron por sentado que, como judíos, tenían derecho a la curación de Dios. Eso es falso. Jesús los reprendió y elogió al samaritano que sabía que su curación era un favor inmerecido de Dios.
Por lo tanto, ser agradecido, significa no dar nada por sentado. Como alguien dijo con razón, “tendemos a dar por sentado lo que siempre hemos tenido, como si fuera nuestro, por derecho”. Queridas hermanas y hermanos, desde la perspectiva de Dios, nada es nuestro por derecho. Como nos pregunta San Pablo, “¿qué tienes que no hayas recibido? Todo es un regalo y estamos llamados a estar siempre agradecidos por ellos.
Ser agradecido comienza con la satisfacción. Si no estamos contentos/satisfechos con lo que tenemos, no sabríamos que ya tenemos tanto. En verdad, en la vida, no necesitamos mucho para ser felices. Sin embargo, siempre estamos bombardeados con el “último y más grande, (novedoso)” que nos hace pensar que necesitamos más y más y constantemente está en la lista de lo deseado. “Día tras día, los anuncios (comerciales) intentan inflamarnos con tantos deseos, que podemos olvidar las bendiciones que ya tenemos”.
Ser agradecido significa también confiar en Dios no solo en los buenos tiempos sino también en los malos, sabiendo que todo lo que permite que suceda es para nuestro propio bien. Alexander Whyte, quien era famoso por la acción de gracias diaria a Dios, el día en que una tormenta cubrió el suelo con una profunda capa de nieve y las líneas eléctricas cayeron, oró: “te damos gracias Señor Dios porque todos los días no son como éste “. Jesús hoy nos llama a desarrollar esa mentalidad de acción de gracias en todas las cosas.