En el Evangelio, Jesús dice, “Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz”. El profeta Amós, en la Primera Lectura, tambien nos advierte claramente de aquellos que engañan y arruinan a los pobres. Ellos y el administrador en el evangelio, solo se preocupaban por su ganancia personal. Por eso pactaban a conveniencia sus medidas.
Queridas hermanas y hermanos, entre las lecciones de las lecturas de hoy, es un llamado para que volvamos a evaluar nuestra relación con los bienes materiales y el papel que juegan en nuestras vidas. ¿Son para nosotros un medio o un fin? En Génesis 1,28, Dios nos dice; ” Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra.”
Si preguntamos; ¿Cuál es el significado de ese mandamiento? Es que Dios desde el principio, ha establecido cuál debería ser nuestra relación con las cosas materiales. Deberíamos ser su amo y no sus esclavos. Es esta relación la que se anuló en la primera lectura y el evangelio de hoy. Las personas deshonestas en la Primera Lectura, y el administrador del evangelio, estaban dominados por su codicia, y su deseo de tener riquezas y las riquezas tenían dominio sobre ellos.
¿Cómo los bienes materiales gobiernan sobre alguien? Cuando las persiguen como si fueran lo único que importa en la vida; su vida se centra en lo material. Por ejemplo, cuando nuestro deseo de adquirir dinero para comprar una casa, un automóvil o una fiesta de Quinceañera, se vuelve más importante que nuestra vida espiritual. Tener vida espiritual es venir a Misa el domingo, ser honestos en nuestros lugares de trabajo, atender nuestras necesidades espirituales en todas sus formas, rezando nuestra oración diaria. Si no vivimos así, entonces somos esclavos de las riquezas. En otras palabras, cuando uno vive solo por lo material.
Nuevamente, los bienes materiales gobiernan sobre uno cuando son más importantes que sus hermanas y hermanos. Para nosotros es obvio que cuando la búsqueda de riqueza adquiere la mayor importancia en la vida, nuestras hermanas y hermanos son tratados como objetos, medios e instrumentos para ser explotados. De hecho, los seres humanos son solo otro número.
En Génesis, Dios, después de crear cosas materiales, nos dio el mandamiento de usarlas como medios para sostener la vida y no como un fin para ser adoradas. Solo los seres humanos son creados a imagen de Dios y son los únicos que tienen un fin en sí mismos. Cada vez que uno considera que los bienes materiales son más importantes que sus hermanas o hermanos, están sirviendo al dinero y no a Dios como Jesús advierte en el Evangelio.